Sobre mí, mi Ropita y mi Club




Este texto es parte del intercambio de publicaciones que hice con Un Armario Verde. Luisa escribió en español para el Green Swap Club el texto: "He organizado seis intercambios de ropa y ésto es lo que he aprendido…" y yo a cambio escribí en inglés: My, my Clothes and my Club en su blog.

Traduzco para quienes lo querían leer en español 😀💖

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Nací y me crié en Mexicali, México, en la frontera con California, Estados Unidos. La cultura textil que me rodea es básicamente materialista: la proliferación de Plazas Outlet, Malls y comercio por Internet forman parte de la normalidad. Las ventas de segunda mano se dirigen a un sector no favorecido de la población y apenas hace cinco años que los swaps y las boutique vintage están popularizándose en esta ciudad. Las iniciativas de economía circular hace poco están surgiendo. Estas iniciativas fueron acompañadas e impulsadas en parte por el movimiento ambientalista, la crisis económica y los nuevos estilos juveniles (y otros no tanto pero que regresaban).


Mexicali es una ciudad difícil: en la canícula hemos llegado a los 52 grados centígrados. Ahora mismo que escribo está a 47℃ grados afuera. Hay sol todo el año, llueve poco y el invierno es duro también. Hay que tener ropa de telas ligeras, claras, y evitar aquello que acumule el sudor ¿El colmo? Me encanta la ropa negra y la ropa otoñal, así que he tenido que crear un equilibrio, ¡por mi supervivencia!


Siempre digo que el minimalismo y la sostenibilidad textil llegaron a mi, pero yo también las busqué. Cuando me mudé de casa de mis padres para vivir sola,, cuando me fui a estudiar a Barcelona,, cuando tuve otras mudanzas,, los viajes, cambiar el estilo de vida norteamericano al mediterráneo: todo eso me motivó a simplificar mi vida, a mantener organizadas mis pertenencias y a ser más selectiva. Dejé de gastar tanto en ropa si no era algo que me encantara o lo necesitara de verdad: así que puedo decir que el primer paso es sincerarse con uno mismo y conectarse con la intuición (o desarrollarla en todo caso).


Me cansé de tener ropa que no era útil, que terminaba en cajas gigantescas para donar o vender en segunda mano. Aquí está una foto de mi armario:


No puedo creer que antes estuviera lleno y al mismo tiempo tan vacío. Esta ropa es la de toda la primavera y verano.  Sé que me falta camino por recorrer aún, pero de eso se trata todo esto.


En el 2010 yo ganaba muy poco dinero, así que hice una reducción de todo aquello que no fuera importante en mi vida. No sufrí en este proceso, al contrario, esto me liberó mucho a pesar de que a veces no llegaba a fin de mes. Los tiempos de escasez nos enseñan muchas cosas.


Ya sabemos que no es necesario comprar tanta ropa, lo sabemos, pero el marketing y las estrategias publicitarias nos bombardean tanto, y se ha quedado tan programado en nuestra mente que nos cuesta ver más allá del no-comprar.  En mi ciudad hay ciertas aspiraciones fashionistas y hasta dichos populares, como cuando repites alguna prenda se dice que “pareces un retrato”. Conozco personas que gastan más del 40% de sus ingresos en ropa y zapatos.


En mi caso, la relación con la ropa siempre ha ido variando, pero mantiene una constante: le doy prioridad a la comodidad, esto desde que era una bebé. Me negué a utilizar pañales desechables y en contra de la super modernidad tecnológica usé pañales de tela.


No soy de usar tacones (tacos), o ropa que sacrifique practicidad por estilo. Con el uso de la bicicleta esta convicción se acentuó: amo los bolsillos de verdad —no los decorativos—, y amo las telas que te dejan transpirar.  Esta fue una de las cosas que más aprendí con mis amigos ciclistas, vivir la sustentabilidad e ir ligera… y más feliz.




Para ir a trabajar he dejado de "disfrazarme" y trato de ir casual o semi-formal. Soy profesora-investigadora, y por fortuna en la institución en la que trabajo no hay un código de vestimenta.. Amo los vestidos, y me gusta jugar con ellos, es decir, tener un vestido versátil que pueda utilizarse formal, informal o más classy es para mi una joya.  Los vestidos hacen que parezcas que te has esforzado un montón en lucir bien, pero en realidad son lo más fácil (y mi ginecólogo me ha recomendado que utilice vestidos en lugar de jeans), así que siempre habrá uno o dos vestiditos en mi armario que han sido lavados más de 50 veces.


Intento que la ropa se pueda usar en varias estaciones, ya que la puse en el .gif, al comienzo del texto. Este es uno de mis vestidos favoritos, es de Lauren Conrad, lo compré de segunda mano, aunque estaba intacto.


Aproximadamente en el 2010 también comencé a intercambiar ropa con mis amigas y mi familia: por fortuna mis amigas, tías, mi madre y yo utilizamos tallas parecidas, así que empezamos a divertirnos cuando utilizamos un vestido de gala como para ocho bodas diferentes, en lugar de haber comprado uno. Con mis amigas empezamos a intercambiar un poco más: ropa informal, libros, y algunos accesorios. Me quité muchos apegos que tenía con la ropa, y opté por ser pragmática.


En esta época tuve algunos problemas de salud que me hicieron subir de peso 12 kilos (26 libras) en unos cuantos meses. Aquí atravesé varios conflictos con la ropa, por el hecho de aceptar en mi mente que ya no era talla 3, ni 5… y que dejar de utilizar el estilo de ropa que me gusta no me iba a hacer sentir mejor.

En el 2013, al llegar a Barcelona quedé encantada con los Mercadillos de Pulgas (Flea Market): encontraba objetos más valiosos y originales que la ropa nueva de H&M y de la ropa desechable de C&A. El ambiente estéril de una tienda de Fast Fashion nunca podrá ser como el ambiente de un mercadillo del mediterráneo. Que, bueno, actualmente tengo mis reservas respecto a quienes ahora organizan los Flea en Barna.


De cualquier modo, aquí fue muy bonito también apreciar las historias de cada prenda, darles una nueva vida y sobre todo: conservar mi bolsillo de becaria. Como en Mexicali, hice swap entre mis hermosas amigas Laura y Berenice (quienes hoy  ayudan a organizar swaps conmigo), en Barcelona volví a hacer intercambios de ropa con mis nuevas y lindísimas amigas: Camille, Paola y Tessie, una francesa y dos mexicanas que me apoyaron mucho en todo ese periodo.




En el 2016 asistí al primer swap de Un Armario Verde: El Vermutet & Warderobe Restart Otoño 2016. Lo encontré en Facebook así como si nada. Aquí sí funcionaron los algoritmos Zuckerberg, porque comúnmente no me llegaba algo tan específico y de mi gusto al newsfeed. Leí la descripción y en ese momento puse manos a la obra en mi armario. Me hizo mucha ilusión, y traté ir con la mente abierta para dejarme sorprender.




Llegué al sitio sola, con una maleta pequeña. Estaba un poco tímida y ahí conocí a Luīze. Recuerdo que con un té en la mano, y con una cara relajada ella me dijo: "Bienvenida. Tú misma acomoda y coge lo que te guste". Conversamos un poquito sobre el evento y desde entonces me he acercado al tema con mucha alegría. De ahí en adelante fui a todos los wardrove restarts que hizo Un Armario Verde cada estación y llevé a algunas amigas a experimentar la dinámica.


En el evento del 30 de septiembre del 2017 ella y yo hablamos sobre mi regreso a México. Le comenté que iba a ser difícil no tener Un Armario Verde, y que la iba a echar de menos. Ella me propuso que adaptara la idea a mi ciudad y, ¡claro que dije que sí!  Para diciembre del 2017 regresé a Mexicali, y la ropa que no cupo en la maleta la he dejado a Luīze para su evento del 3 febrero de 2018. Con un poco de asesoría y motivación a distancia, el 17 de febrero organicé mi primer swap: “Cafecito & Un Armario Verde”. Así que fue como si yo hubiera estado en ambos eventos, de algún modo. Mi evento, para ser una versión experimental y con poca promoción ¡fue un éxito!



Esto me animó a abrir un fanpage y un blog propios, poner un nombre original y organizar el segundo evento, con más fuerza y pidiendo el apoyo de mis amigos. Estuve pensando en el nombre durante varias horas. Quería algo que tuviera una inspiración a Fight Club y a The Breakfast Club (pensaba en Fight Fast Fashion Club, hahaha pero es muy largo).



Así fue cómo nació el Green Swap Club, como un bebé de Un Armario Verde. Al final lo puse en inglés, por cuestiones estéticas, pero el evento continúa con lo de Cafecito (¡Swap & Cafecito!).. Sobre todo porque me recuerda al Vermutet de Luīze (vermutito en catalán) y porque adoro el café, sobre todo en diminutivo, ya que así es como decimos las cosas con cariño y porque significan siempre algo más: un espacio para compartir. A veces, en lugar de cafecito quizá sea cervecita, zumito, tecito, vinito, no sé  :)



Estoy utilizando todo lo aprendido sobre sostenibilidad en mis estudios de posgrado y las herramientas de difusión para "predicar" el Slow Fashion con amor y alegría, tratando de no ser pesada o agresiva. Porque de esto ya hay mucho en Internet.




Por la misma razón, creo que necesitamos hacer más comunidad. Me gusta hacer memes divertidos sobre Fast Fashion, y también compartir reflexiones y artículos. Y me gustaría aprender cómo arreglar mi ropa, así como organizar un taller para que otras personas aprendan a hacerlo.



Me han invitado a hablar sobre el Slow Fashion en Internet, en la Radio y en la prensa escrita: ¡me llena de alegría! Ha sido inesperado capturar la atención de la gente y lograr que un montón de personas sean puntuales a un evento, se vayan tan felices y contentos, sin gastar un solo peso o dólar y sin manchar el planeta.


¿Qué sigue? Estoy comenzando un nuevo trabajo como profesora y me gustaría explorar el tema de la Moda y la Economía Circular en la investigación social y cultural. Aunque es una idea que estoy reposando aún, que sigue surgiendo. Ya les contaré, si desean, más al respecto.
Mientras tanto, te invito un cafecito… y de paso a hacemos algo por el medio ambiente.




Imágenes: Carlos Cruz
Capturas de pantalla del Facebook de Green Swap Club.

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